C E N T R O

U D I V E R S I T A R I O

UNIDAD DEL NEURODESARROLLO

Condiciones del Neurodesarrollo.

Las condiciones del neurodesarrollo son formas diversas en que se configura y evoluciona el sistema nervioso desde etapas muy tempranas de la vida, influyendo en cómo una persona percibe, comprende, se comunica y actúa en el mundo. No se trata de enfermedades, ni de algo que se “sufre”; son maneras distintas de experimentar la vida, con sus propias fortalezas y desafíos.

Estas condiciones pueden estar presentes desde el nacimiento o surgir durante los primeros años, debido a una combinación de factores genéticos, biológicos, prenatales, perinatales y del entorno. Comienzan a manifestarse, generalmente, antes de los 5 años, y acompañan a la persona a lo largo de su vida, en mayor o menor grado según el tipo de apoyo, el contexto y las experiencias vividas.

Las siguientes categorías clínicas son parte de los trastornos del Neurodesarrollo, condiciones para las cuales contamos con grupos especializados de intervención Caritas de Amistad A.C y APRENDE:

Cada persona con una condición del neurodesarrollo tiene un perfil único, que no puede reducirse a una etiqueta ni a una lista de dificultades. Por eso, en Caritas de Amistad A.C y APRENDE. abordamos cada proceso desde la comprensión profunda de la neurodiversidad: no se trata de corregir lo que es diferente, sino de entenderlo, respetarlo y acompañarlo de forma ética, profesional y humana.

La detección oportuna, el acompañamiento terapéutico adecuado y el trabajo conjunto con la familia, la escuela y la comunidad son fundamentales para que cada persona pueda desplegar su potencial, vivir con mayor autonomía, bienestar y dignidad, y ser reconocida como un ser valioso tal como es

Trastorno del Espectro Autista (TEA)

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que influye en la forma en que una persona percibe, comprende y se relaciona con el mundo. No es una enfermedad, ni algo que se “sufra”, ni que deba “curarse”; es una manera distinta de procesar la información, interactuar y aprender. El espectro abarca una amplia gama de formas de ser, por lo que cada persona autista es única, con su propio perfil de fortalezas, desafíos y necesidades de apoyo.

Desde Caritas de Amistad A.C. y APRENDE, trabajamos desde un enfoque de neurodiversidad: nos encaminamos en respetar, entender y acompañar la diversidad con intervenciones que potencien el desarrollo y el bienestar de cada individuo en función de su etapa, contexto y particularidades.

Desde el punto de vista clínico, el diagnóstico de TEA se basa en dos grandes áreas nucleares:

  1. Dificultades persistentes en la comunicación e interacción social, que pueden incluir:

    • Retos en la reciprocidad social y emocional (por ejemplo, dificultad para sostener una conversación o compartir intereses).

    • Limitaciones en la comunicación no verbal (contacto visual, expresiones faciales, gestos).

    • Dificultades para desarrollar y mantener relaciones sociales ajustadas al contexto (juego simbólico, amistades, participación grupal).

  2. Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que pueden manifestarse como:

    • Movimientos motores repetitivos (como aleteo, girar, balancearse).

    • Insistencia en rutinas o rituales (dificultad para tolerar cambios).

    • Intereses intensos y altamente focalizados (por ejemplo, fascinación por trenes, calendarios o sistemas).

    • Alteraciones en la sensibilidad sensorial (hiper o hiporreactividad a sonidos, texturas, luces, sabores, etc.).

A continuación, se presentan ejemplos ilustrativos de cómo pueden manifestarse las características del Trastorno del Espectro Autista (TEA) en distintos niveles de necesidad de apoyo, según la clasificación del DSM-5. Estos niveles no etiquetan ni definen a la persona, sino que sirven como una guía para identificar el grado de acompañamiento que puede favorecer su bienestar, autonomía y participación plena en diferentes contextos.

  • Nivel 1 (necesita apoyo): Las diferencias en la comunicación social y los intereses restringidos o conductas repetitivas son evidentes, pero la persona puede adaptarse con apoyos moderados, estructura clara y acompañamiento emocional.

  • Nivel 2 (necesita apoyo sustancial): Las dificultades son más marcadas y afectan de forma importante la interacción, la flexibilidad ante los cambios y la participación en actividades sociales o escolares. Requiere una intervención especializada sostenida.

  • Nivel 3 (necesita apoyo muy sustancial): Las diferencias en la comunicación, el comportamiento y el procesamiento sensorial son significativas y afectan profundamente la vida cotidiana. Se necesita acompañamiento intensivo, estructura constante y apoyos personalizados para promover su bienestar.

Interacción social

  • Nivel 1 (menor necesidad de apoyo):

    • Niña de 4 años que prefiere jugar sola y le cuesta turnarse.

    • Niño de 6 años que se interesa por otros, pero no sabe iniciar un juego compartido.

    • Adolescente que se integra a grupos, pero no logra mantener conversaciones fluidas.

    • Niño de 8 años que no identifica cuándo sus comentarios resultan incómodos para otros.

  • Nivel 3 (mayor necesidad de apoyo):

    • Niño de 2 años que no responde a su nombre ni busca contacto visual.

    • Adolescente que no expresa emociones frente a otros ni reconoce gestos básicos.

    • Niño de 6 años que no tolera la cercanía física ni participa en juegos compartidos.

    • Niño de 3 años que no imita ni responde a sonrisas o juegos sociales simples.

Comunicación

  • Nivel 1:

    • Niño de 5 años que usa frases simples, pero no para conversar.

    • Adolescentes que repiten frases sin comprenderlas completamente (ecolalia).

    • Niña de 7 años que usa gestos limitados como señalar, pero no para compartir intereses.

    • Niño que habla en tercera persona y no logra adaptar su lenguaje al contexto.

  • Nivel 3:

    • Niño de 3 años que no balbucea ni señala objetos de interés.

    • Adolescente sin lenguaje verbal que usa llanto o gritos para pedir algo.

    • Niño que emite sonidos sin intención comunicativa.

    • Niña que no responde cuando se le habla, incluso en entornos tranquilos.

Conductas repetitivas y apego a rutinas

  • Nivel 1:

    • Niño de 6 años que se altera si su rutina escolar cambia.

    • Adolescente que se siente seguro repitiendo frases o viendo el mismo video.

    • Niño de 5 años que insiste en usar siempre el mismo vaso o color de plato.

    • Niña que juega con muñecas, pero siempre de la misma manera.

  • Nivel 3:

    • Niño que pasa largos periodos girando una tapa sin responder al entorno.

    • Adolescente que rechaza con crisis cualquier cambio mínimo en su entorno.

    • Niño que se balancea o gira constantemente sin buscar interacción.

    • Niña que no juega con juguetes de forma funcional, solo los alinea o apila.

Procesamiento sensorial

  • Nivel 1:

    • Niño de 4 años que se molesta por el sonido del secador, pero se adapta con auriculares.

    • Niña que solo come alimentos con texturas específicas.

    • Adolescente que busca ver luces brillantes o girar objetos.

    • Niño que evita etiquetas en la ropa, pero tolera otras prendas.

  • Nivel 3:

    • Niño que se golpea la cabeza ante ruidos intensos.

    • Niña que evita completamente el contacto físico o lo percibe como doloroso.

    • Adolescente que no reacciona al dolor o temperaturas extremas.

    • Niño que se expone constantemente a estímulos (como dar vueltas o morder objetos).

El TEA puede influir en distintos aspectos de la vida cotidiana, dependiendo del nivel de apoyo requerido. Algunas personas pueden necesitar acompañamiento para organizar su día, entender normas sociales o manejar cambios inesperados. Otras pueden requerir asistencia constante en tareas básicas como el vestido, la alimentación o la regulación emocional. Puede haber dificultades en la escuela, el trabajo o la convivencia familiar, pero también muchas fortalezas: memoria destacada, pensamiento visual, atención a los detalles, sinceridad, pasión por ciertos temas y formas únicas de ver el mundo.

Con una intervención oportuna, centrada en la persona, es posible construir entornos más accesibles, comprensivos y respetuosos, que impulsen el bienestar y el potencial de cada individuo.

  • Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)

El TDAH es una condición del neurodesarrollo que se manifiesta en la infancia y se caracteriza por dificultades persistentes en la autorregulación de la atención, el control de impulsos y/o la actividad motora. Estas manifestaciones no responden a una falta de voluntad o de límites, sino a una forma diferente de procesar el mundo. El TDAH es una condición con desafíos específicos, pero también con formas únicas de pensar, aprender y sentir.

Existen tres presentaciones clínicas:

  1. Presentación predominantemente inatenta: Dificultad para mantener la atención, seguir instrucciones, organizar tareas, recordar detalles o evitar distracciones.

  2. Presentación predominantemente hiperactiva-impulsiva: Inquietud motora, hablar en exceso, actuar sin pensar, dificultad para esperar turnos o permanecer quieto.

  3. Presentación combinada: Se manifiestan síntomas tanto de inatención como de hiperactividad e impulsividad.

Para que el diagnóstico sea clínicamente válido, estos patrones deben:

  • Estar presentes antes de los 12 años.

  • Aparecer en más de un entorno (casa, escuela, grupos sociales).

  • Interferir significativamente con el desarrollo, el aprendizaje o las relaciones.

  • No explicarse mejor por otra condición médica, emocional o ambiental.

A continuación, se presentan ejemplos ilustrativos de cómo pueden manifestarse las características del TDAH en distintos niveles de necesidad de apoyo. Estos niveles no definen a la persona, pero orientan sobre el grado de acompañamiento necesario para favorecer su bienestar y desarrollo:

  • Nivel 1 (baja necesidad de apoyo): Las dificultades son leves y pueden compensarse con adaptaciones escolares y orientación familiar.

  • Nivel 2 (moderada necesidad de apoyo): Requiere intervención estructurada, apoyo terapéutico y ajustes específicos en varios contextos.

  • Nivel 3 (alta necesidad de apoyo): El funcionamiento diario está significativamente afectado, y se necesita acompañamiento intensivo y constante.

a) Atención y concentración

  • Nivel 1 (bajo apoyo): Niño de 8 años que se distrae con estímulos mínimos en clase, pero puede retomar la tarea si se le redirige con suavidad.

  • Nivel 2 (apoyo moderado): Adolescente de 13 años que pierde objetos constantemente, le cuesta seguir instrucciones complejas y tiene dificultad para organizarse.

  • Nivel 3 (alto apoyo): Niño de 6 años que no logra sostener la atención ni siquiera durante actividades que disfruta, salta de una tarea a otra sin terminarlas.

b) Regulación de impulsos

  • Nivel 1: Niño de 7 años que interrumpe con frecuencia, responde antes de que terminen de preguntarle o hace comentarios sin filtro.

  • Nivel 2: Adolescente de 12 años que se involucra en peleas por no saber esperar turnos o regular su enojo.

  • Nivel 3: Niño de 5 años que se pone en riesgo constantemente (por ejemplo, sale corriendo a la calle) sin medir consecuencias, requiere supervisión permanente.

c) Hiperactividad motora o mental

  • Nivel 1: Niño de 9 años que habla constantemente y se levanta de su lugar frecuentemente, aunque puede regularse con recordatorios.

  • Nivel 2: Adolescente de 14 años que no puede permanecer sentado en clase, se para, gira, mueve las piernas, sin darse cuenta.

  • Nivel 3: Niño de 4 años que corre, salta y trepa todo el día, no logra detener su cuerpo ni siquiera durante el juego.

d) Funciones ejecutivas

  • Nivel 1: Niño de 10 años que necesita ayuda para planificar tareas escolares o recordar pasos en actividades cotidianas.

  • Nivel 2: Adolescente de 15 años con dificultad para iniciar tareas, manejar tiempos o anticipar consecuencias.

  • Nivel 3: Niño de 7 años que depende de apoyo constante para organizar su día y completar cualquier actividad con estructura.

El TDAH puede impactar múltiples aspectos de la vida cotidiana. En el entorno escolar, puede haber dificultad para seguir reglas, cumplir tareas o sostener relaciones positivas. En casa, pueden surgir tensiones familiares por la necesidad constante de redirección. A nivel social, algunos niños pueden ser rechazados por sus pares por interrumpir o actuar sin filtro. Sin embargo, con comprensión, ajustes razonables y apoyo profesional, muchas de estas barreras pueden disminuir significativamente.

Es importante mencionar que el TDA implica retos pero también virtudes y bondades, muchas personas con TDAH presentan:

  • Alta creatividad y pensamiento divergente

  • Energía y entusiasmo contagioso

  • Gran capacidad de reacción en situaciones dinámicas

  • Espontaneidad y sentido del humor

  • Hiperenfoque en áreas de interés, cuando encuentran motivación

Estas fortalezas pueden florecer con los apoyos adecuados y entornos que comprendan sus necesidades particulares.

Trastornos del Lenguaje y la Comunicación

Se refieren a diferencias significativas en la forma en que una persona comprende, procesa y usa el lenguaje para expresarse, comprender a otros o interactuar socialmente. Estas diferencias pueden estar relacionadas con la forma, contenido y uso del lenguaje, y manifestarse tanto en la comunicación verbal como no verbal.

En el DSM-5, los principales diagnósticos incluidos en esta categoría son:

  • Trastorno del lenguaje

  • Trastorno fonológico

  • Trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (tartamudez)

  • Trastorno de la comunicación social (pragmático)

  • Trastorno de la comunicación no especificado

Cada uno se presenta de forma única, y la intensidad o combinación de dificultades varía. Algunas personas pueden tener lenguaje oral fluido pero dificultades para usarlo en contextos sociales; otras, presentan un desarrollo lento en la adquisición del vocabulario o la estructura gramatical.

A continuación se muestran ejemplos de cómo pueden manifestarse los trastornos del lenguaje y la comunicación según el nivel de necesidad de apoyo:

Comprensión del lenguaje

Nivel 1 (baja necesidad de apoyo):
• Dificultades leves para seguir instrucciones complejas.
• Requiere que se le repitan indicaciones en algunos contextos (por ejemplo, en clase).
• Puede malinterpretar preguntas o frases con doble sentido.
• Se esfuerza por comprender textos o explicaciones orales largas.

Nivel 3 (alta necesidad de apoyo):
• No comprende preguntas básicas como “¿dónde está…?” o “¿qué quieres?”.
• No responde a su nombre o no reconoce palabras comunes.
• Dificultades marcadas para seguir instrucciones de uno o dos pasos.
• No distingue entre preguntas, afirmaciones o prohibiciones.

Expresión verbal

Nivel 1:
• Usa oraciones simples, con errores gramaticales frecuentes.
• Dificultad para encontrar palabras precisas (“eso”, “cosa”, “esto”).
• Habla con frases repetitivas o poco variadas.
• Puede expresarse, pero le cuesta narrar hechos complejos.

Nivel 3:
• No usa palabras para comunicarse; puede emitir sonidos o vocalizaciones.
• Usa gestos limitados o inadecuados para expresar deseos.
• Repite sonidos o sílabas sin intención comunicativa.
• Puede depender exclusivamente de recursos no verbales (miradas, señalar).

Comunicación social (pragmática)

Nivel 1:
• Interrumpe conversaciones o cambia de tema bruscamente.
• Le cuesta mantener turnos de habla o adaptar su lenguaje al contexto.
• Usa lenguaje literal sin captar bromas, metáforas o ironías.
• Tiene dificultad para iniciar o sostener conversaciones espontáneas.

Nivel 3:
• No inicia interacción verbal ni no verbal.
• No responde a intentos comunicativos de otros.
• Usa el lenguaje de forma muy rígida o sin conexión con el entorno.
• No adapta su tono de voz ni su lenguaje según el contexto.

Producción de sonidos del habla / Trastorno Fonológico

Nivel 1:
• Sustituye algunos sonidos por otros más simples (por ejemplo, dice “tasa” en vez de “casa”).
• Omite sonidos al final o al inicio de palabras en ocasiones.
• Su habla es entendible para personas cercanas, pero puede requerir repetición para otros.
• Muestra frustración leve cuando no se le entiende, pero busca estrategias para compensar.

Nivel 3
• Gran parte de su habla es ininteligible, incluso para personas cercanas.
• Realiza omisiones o sustituciones severas de sonidos en casi todas las palabras.
• Puede no intentar producir ciertas palabras por la dificultad que representan.
• Se comunica mayormente por gestos, vocalizaciones o conducta no verbal debido a la dificultad fonológica.

Las diferencias en el lenguaje y la comunicación pueden influir en múltiples áreas de la vida diaria: la interacción con familiares, la socialización con otros niños, la comprensión de instrucciones escolares, la expresión emocional, y el desarrollo del aprendizaje. Algunos niños pueden parecer “distraídos” o “poco interesados” cuando en realidad están enfrentando desafíos en la comprensión o expresión del lenguaje. Esto puede generar frustración, retraimiento o conductas desorganizadas cuando no se les brinda el apoyo adecuado.

Trastornos del Aprendizaje

Los Trastornos Específicos del Aprendizaje se refieren a dificultades persistentes para adquirir y utilizar habilidades académicas fundamentales, como la lectura, la escritura o las matemáticas, a pesar de una enseñanza adecuada, inteligencia promedio y oportunidades escolares suficientes.

No se trata de un problema de capacidad, sino de una manera distinta de procesar la información que afecta el ritmo y la forma de aprender. Muchas personas con esta condición desarrollan estrategias alternativas y cuentan con talentos notables en otras áreas.

Según el DSM-5, el diagnóstico de Trastorno Específico del Aprendizaje requiere:

  • Dificultades en al menos una de estas áreas:

                      1.-  Precisión en la lectura de palabras.

                     2.- Fluidez lectora.

                     3.- Comprensión lectora.

                     4.- Expresión escrita.

                     5.- Ortografía.

                     6.- Cálculo numérico.

                     7.- Razonamiento matemático.

Estas dificultades deben persistir por al menos 6 meses, interferir significativamente en el rendimiento académico o la vida diaria y no explicarse mejor por otros factores (por ejemplo, discapacidad intelectual, falta de escolarización o problemas sensoriales).

Las subcategorías más frecuentes son:

  • Dislexia (dificultades con la lectura).

  • Disortografía (dificultades para escribir correctamente).

  • Disgrafía (dificultades con la escritura motora).

  • Discalculia (dificultades en matemáticas).

A continuación, se presentan ejemplos por nivel de necesidad de apoyo (1: leve, 3: alta), que no definen a la persona, pero orientan el grado de acompañamiento que puede requerir.

Lectura (Dislexia)

Nivel 1:
• Lee con lentitud, pero logra comprender con esfuerzo.
• Confunde letras similares (b/d, p/q).
• Dificultad para leer en voz alta con fluidez.
• Necesita más tiempo para leer textos escolares.

Nivel 3:
• No logra identificar palabras básicas al leer.
• Inventa palabras o las sustituye sin sentido.
• Evita por completo tareas que impliquen lectura.
• Presenta frustración o ansiedad ante actividades escolares.

Escritura (Disortografía / Disgrafía)

Nivel 1:
• Comete errores ortográficos frecuentes, pero se corrige con apoyo.
• Dificultad para organizar ideas por escrito.
• Escritura poco clara o con espaciado irregular.
• Requiere más tiempo para redactar tareas escolares.

Nivel 3:
• Escritura ilegible o sin coherencia.
• No logra estructurar frases completas.
• Rechaza o evita toda actividad escrita.
• Dificultad para sostener el lápiz o formar letras.

Matemáticas (Discalculia)

Nivel 1:
• Necesita apoyo visual o concreto para resolver problemas.
• Le cuesta recordar tablas de multiplicar.
• Confunde signos matemáticos (+, –, x, ÷).
• Dificultad para resolver problemas con varios pasos.

Nivel 3:
• No logra contar con precisión hasta 20.
• No reconoce cantidades ni relaciones espaciales.
• Dificultades severas para comprender el valor numérico.
• Se frustra con cualquier tarea numérica, incluso básica.

Los Trastornos del Aprendizaje pueden impactar:

  • Rendimiento escolar: Dificultades en exámenes, tareas, participación en clase y adaptación al ritmo grupal.

  • Autoestima: Pueden surgir sentimientos de frustración, ansiedad o desmotivación si no se acompaña adecuadamente.

  • Relaciones sociales: El niño puede evitar ciertas interacciones por temor a equivocarse o ser juzgado.

  • Autonomía: Puede requerir más tiempo o apoyo para completar tareas cotidianas que implican lectura, escritura o cálculo (como leer instrucciones, escribir recados o hacer compras).

Discapacidad Intelectual

La discapacidad intelectual es una condición del neurodesarrollo caracterizada por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en la conducta adaptativa. Estas limitaciones se presentan durante el periodo de desarrollo (antes de los 18 años) y afectan habilidades prácticas, sociales y conceptuales necesarias para la vida diaria.

Desde el enfoque de la neurodiversidad, entendemos la discapacidad intelectual no como un "déficit" o una "falla", sino como una forma distinta de procesar la información, aprender y adaptarse al entorno. Se vive con esta condición, y con el acompañamiento adecuado, es posible desarrollar una vida plena, significativa y digna.

El diagnóstico se basa en tres dominios principales:

  • Funcionamiento intelectual (por ejemplo, razonamiento, solución de problemas, planificación, pensamiento abstracto).

  • Conducta adaptativa (habilidades prácticas para la vida diaria: autocuidado, comunicación, socialización).

  • Inicio durante el desarrollo (infancia o adolescencia).

Según el grado de impacto funcional, puede clasificarse en leve, moderado, severo o profundo.

A continuación, se presentan ejemplos por nivel, edad y dominio.

Funcionamiento intelectual

Nivel 1 (baja necesidad de apoyo / DI límite):

  • Niño de 6 años que sigue instrucciones simples, pero se frustra ante tareas que requieren varios pasos o razonamiento abstracto.

  • Adolescente que entiende conceptos concretos, pero le cuesta planear, inferir o abstraer ideas.

  • Adulto joven que se desempeña de manera funcional en tareas cotidianas con apoyo leve en decisiones complejas.

Nivel 2 (moderada necesidad de apoyo):

  • Niño de 7 años que necesita apoyos visuales y repetición constante para aprender nociones como cantidad o secuencia.

  • Adolescente que logra tareas prácticas con supervisión, pero tiene dificultades para transferir aprendizajes a nuevos contextos.

  • Adulto que requiere asistencia frecuente para resolver situaciones no rutinarias.

Nivel 3 (alta necesidad de apoyo / DI severa):

  • Niño de 5 años que presenta un ritmo de desarrollo significativamente más lento, con escasa comprensión de conceptos básicos como colores o tamaños.

  • Adolescente que no puede resolver problemas cotidianos sin guía paso a paso.

  • Adulto que depende completamente de un entorno estructurado para desenvolverse, con apoyos permanentes para cualquier toma de decisión.

Habilidades adaptativas y funcionales

Nivel 1:

  • Requiere recordatorios para rutinas (como higiene o tareas escolares), pero puede realizarlas con supervisión mínima.

  • Puede desplazarse solo en entornos conocidos.

  • Comprende normas básicas, aunque le cuesta adaptarse a cambios.

Nivel 2:

  • Necesita ayuda en actividades como vestirse, preparar alimentos o manejar el dinero.

  • Puede ejecutar tareas funcionales si son estructuradas y repetidas.

  • Requiere supervisión constante en entornos no predecibles.

Nivel 3:

  • Presenta dependencia significativa para el autocuidado: alimentación, higiene, vestido.

  • No anticipa consecuencias básicas sin guía.

  • Necesita apoyo total para la seguridad personal, incluso en espacios conocidos.

Interacción social y comunicación

Nivel 1:

  • Mantiene conversaciones simples, aunque puede presentar dificultades para entender sarcasmo o dobles sentidos.

  • Se relaciona con sus pares, pero puede mostrar ingenuidad social o dificultades para interpretar normas implícitas.

  • Comprende y expresa emociones básicas.

Nivel 2:

  • Usa frases sencillas y requiere apoyo para iniciar o sostener conversaciones.

  • Puede responder a saludos o instrucciones conocidas, pero le cuesta adaptarse a conversaciones espontáneas.

  • Requiere mediación para integrarse en actividades grupales.

Nivel 3:

  • Emite pocas palabras o se comunica principalmente mediante gestos, vocalizaciones o apoyos visuales.

  • No inicia interacciones sociales por sí solo.

  • Presenta expresividad emocional reducida o confusa.

  • Necesita guía constante para establecer o mantener vínculos con otros.

Implicaciones en el día a día

La discapacidad intelectual implica una necesidad de apoyos continuos, ajustados al contexto, edad y entorno. Las personas con DI pueden requerir:

  • Apoyo estructurado para la vida diaria (rutinas claras, anticipación de cambios).

  • Intervención terapéutica para el desarrollo de habilidades cognitivas, sociales y funcionales.

  • Adaptaciones escolares o laborales.

  • Espacios de participación social donde se valore su aporte y singularidad.

Una intervención centrada en la persona, basada en el respeto, la dignidad y el desarrollo de fortalezas, permite que las personas con discapacidad intelectual tengan una vida autónoma en la medida de sus posibilidades, con sentido, relaciones significativas y bienestar.

Trastornos del Procesamiento Sensorial

El Trastorno en el Procesamiento Sensorial (TPS) se refiere a la dificultad del sistema nervioso para recibir, organizar e interpretar correctamente la información sensorial proveniente del cuerpo y del entorno (vista, oído, tacto, gusto, olfato, movimiento, propiocepción e interocepción). Esto puede generar respuestas inusuales o desajustadas, como reacciones extremas ante estímulos comunes o una búsqueda constante de estimulación.

Desde una mirada de neurodiversidad, no se trata de una “falla” en los sentidos, sino de una forma distinta de percibir y responder al mundo, que requiere apoyos adecuados para favorecer la autorregulación, el bienestar y la participación.

El TPS puede presentarse como condición principal o en combinación con otros perfiles del neurodesarrollo, como el autismo, TDAH u otros.

1. Hiperreactividad (hipersensibilidad)

Respuesta exagerada ante estímulos sensoriales. El umbral de detección es muy bajo y lo que para otros es neutro o leve, para estos niños es intolerable.

2. Hiporreactividad (hiposensibilidad)

Respuesta reducida o ausente a estímulos sensoriales. El niño necesita más intensidad para notar los estímulos del entorno.

3. Búsqueda sensorial (craving)

Busca activamente ciertos estímulos para regularse o por necesidad de mayor entrada sensorial. Suele aparecer con intensidad o compulsión.

4. Discriminación sensorial deficiente

Confusión o dificultad para identificar diferencias entre estímulos similares. Afecta la precisión del procesamiento sensorial.

5. Problemas de modulación sensorial

Inconsistencia en la intensidad, duración o tipo de respuesta sensorial. Pasan de hiper a hipo sin transición clara.

6. Problemas de integración multisensorial

Dificultad para coordinar o procesar estímulos que llegan simultáneamente de varios sentidos.

7. Problemas motores / posturales relacionados

Dificultad para mantener la postura o planear movimientos debido a una disfunción en la integración propioceptiva y vestibular.